Ayer vi a los chicos de Trébedes. Un estupendo escenario para la ocasión: un buen teatro, un sonido suficiente y luz, mucha luz. El aforo no acompañó al esfuerzo del grupo, pero aún así derrocharon energía y oficio en el Centro Cultural José Rodao de Cantalejo.
Muchos son los llamados grupos “folk”, y parece que sí hay alguna diferencia entre los que hacen “folk” y los que hacen “folclore”. Aquéllos suelen estar compuestos de músicos profesionales o semi-profesionales que enfocan parte de su carrera a versionar o musicalizar coplas y canciones del acervo de pueblos y mayores, o bien se dedican a investigar en pueblos y mayores para recuperar y traer al presente músicas en peligro de extinción.
Trébedes es algo distinto. Se llaman a sí mismos “folclore divertido”, y, por lo menos, hacen honor a su nombre. Una bien ordenada recopilación de jotas, romances, seguidillas, fandangos y más, que no por conocidos dejan de entretener y divertir. Se deshacen también en el intento de hacer partícipe al público que los escucha, en conseguir que, si no bailan, que canten, y si no cantan, que, al menos se muevan y no se acomoden tanto en la silla que lleguen a desconectar.
Y son distintos precisamente por eso. Si los grupos folk son como la partitura y los investigadores son como los cancioneros, Trébedes es el tenedor de la botella de anís, que la hace sonar. El instrumento que hace resonar las canciones y el buen ambiente de la música que hace amigos, que busca renovar la magia de las noches del pueblo en que fatigas, rencillas y penas desaparecían al calor de la lumbre, entre coplas y danzas. Es alegre, pícaro, entretenido, divertido. Suena tan familiar como los resaltes de la botella y son tan sencillos como el tenedor que la tañe, y te hacen pasar un rato agradable, que se pasa volando entre estribillos, chanzas y bailes.
Desde hace varios años, varios componentes del grupo completan su formación en teatro con distintos profesores, o en el canto lírico o coral, imprimiendo un carácter distintivo al grupo.
En 2019 Trébedes estrena “Cantando Historias”, un montaje que incluye escenas creadas por los propios miembros del grupo y que completan un espectáculo ameno y divertido, rememorando la vida en los pueblos y los avatares de sus gentes.